Hoy era yo la que miraba a través del cristal de ese tren. Era yo la que buscaba inconscientemente tu dulce sonrisa y esa mirada serena al otro lado de la ventana. Sí, esa era yo.
Pero ninguno de esos miles de rostros era el tuyo. No, ninguno. Por más que busqué, no te encontré; no distinguí entre todas esas personas que subian y bajaban, iban y venían, se reencontraban y se despedían, lloraban y reían, se besaban y se abrazaban. No eras tú el que se quedaba allí, mirando a sabiendas que no podías hacer nada mientras yo me alejaba más y más de tí. No eras tú el que cada vez se iba haciendo más y más pequeño, hasta que mis ojos te perdían allá, a lo lejos. No,no eras tú.Estúpida de mi, yo sigo susurrando en este tren un Te Quiero, y otro, y otro, y otro más mientras cierro los ojos para encontrarte, una vez más, al otro lado de ese cristal esperando siempre a que vuelva. Siempre con tu peculiar manera de quererme. Siempre construyendo palacios inventados para los dos. Siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario