Se dedicaba a hablar, travistiendo sus palabras, jugando a que exprimieran todo su significado, como hacer para que todo cuajara como el lo sentía y sorprenderla, sorprenderla como no lo haría nadie.
Pero de nada le valdrían las 100 lágrimas verdes de su frustración, que tejían poco a poco, el reflejo de su rostro desolado, mientras allá a lo lejos, donde alguien cantaba, la tarde caía anunciando una oscura noche donde él se volvería a perder en ella, en su recuerdo, en aquel ``para siempre´´ que no ocurriría nunca, en todas las palabras sueltas, en todas las promesas rotas.
Y poco a poco, sin saberlo, ella devoraba su corazón y en su esquina él esperaba, cabizbajo, sabiendo que solo tenía su amor desdichado...Cuánto le gustaría a el guardarse su rosa para otra, otra con las que sus te quiero no estuvieran gastados.
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